Sobre Uber y otros demonios
La semana pasada dejé mi carro particular en un lavadero de la ciudad y, como de costumbre, abrí la app de Uber para solicitar un vehículo que me llevara hasta mi oficina. ¡Oh sorpresa! No había vehículos disponibles. Me tocó esperar más de 10 minutos hasta que el primero apareció. En ese momento recordé con indignación que desde el Ministerio de Transporte se sigue intensificando la persecución a esta empresa y su servicio “ilegal” de transporte. Entonces me pregunté: ¿Será posible que estén logrando su cometido? ¿Dónde está el Ministro de las TIC para detener este sinsentido de su colega del Transporte? Para explicar por qué creo que perseguir a Uber es un sinsentido hay que entender primero el contexto. En octubre 13 de 1993, durante la administración del Alcalde Jaime Castro, se emitió en Bogotá el decreto 613 mediante el cual se cerraba el incremento de taxis nuevos en la ciudad para que, a partir de esa fecha, salieran los de más de cinco años de servicio y entraran vehículos